1. m. Viva alegría, y especialmente la que se manifiesta con signos exteriores.
Tamaña demostración de alegría es imposible de esconder. Quién siente júbilo está exultante no sólo por un buen pasar presente sino, y sobre todo, por un futuro promisorio. Como los jubilados, que de ahí viene la palabra: quien tras una vida de trabajo duro cuelga el uniforme, se despide por última vez del capataz y se aleja de la fábrica para no volver, es recompensado desde ese momento con una suma de mensual en concepto de gratificación por los servicios prestados, de manera tal que no tiene que preocuparse ya de nada, y puede alejarse del tedioso mundo de la producción mecanizada para tenderse al sol y disfrutar de los momentos postreros rodeado de belleza y felicidad. De allí viene el término «jubilar», propiamente «regocijarse», tomado del latín jubilare, «lanzar gritos de júbilo». Qué otra cosa, sino eso, hacen nuestros queridos pensionados, exultantes de dicha ante la perspectiva de aquello que Maiakosky llamaba la «perspectiva jubilosa».