2. m. Eventualidad, hecho imprevisto, o que puede acaecer.
En 30 de junio de 1908 a la mañana, lo que aparentemente fue el trazo de un cometa se dispersó por la atmósfera, en la posición 60º55'N 101º57'E / 603917,101.95, en las proximidades del río Podkamennaya, en Tugunska, Siberia. La explosión aérea —equivalente a varias bombas atómicas— arrasó un área de alrededor de 2150 km2., rompiendo ventanas y haciendo caer a la gente al suelo a 500 km de distancia. Durante varios días, cuentan, las fulguraciones fueron tales que, durante la noche, podía uno leer un libro sin necesidad de hacer uso de la luz eléctrica. El suceso fue conocido con el nombre de «Evento de Tugunska».
Habrá pasado antes, sin duda, y volvería a pasar luego: dan registro de esto los así llamados «Evento de Vitim», también llamado «Evento de Bodaybo» y el «Evento del Mediterráneo Oriental» (2002), o el «Evento de Cando» (1994). Así escrita, en este contexto, la palabra «evento» adquiere una connotación críptica, casi secreta, oculta. Algo que se sabe y que se calla. Sin embargo, nada más lejano. El hecho de llamar evento a un suceso programado con anterioridad es un regionalismo de ciertos países de América del Sur. En realidad, un «evento» es un hecho imprevisto, o que puede llegar a suceder; etimológicamente, una «cosa que sucede».
Acaso la primera acepción, «suceso importante y programado» sea, en este caso, más atemorizante.
2 comentarios:
a mí me gusta el "evento" derridiano.
"Al ser definidos por el hecho de su especificidad espacio-temporal, el evento parece estar repleto de presencia entitativa. Sin embargo, el evento es en realidad --para el filósofo argelino- irreducible al hecho espacio-temporal. La significación de cualquier evento (la even-tidad de un evento) no se encuentra presente en el hecho espacio-temporal. Esta even-tidad siempre es artefactual; siempre es algo que ha sido hecho. Al ser definido desde la metafísica, el evento aparece como las cosas en sí mismas, y no como aquellas que han sido hechas o producidas por una subjetividad. Los eventos acontecerían, pues, fuera del texto, fuera de la representación. Derrida considera que, en la práctica, ciertos procedimientos de normalización (el lenguaje, la política, los medios de comunicación, etc.) producen ciertos acontecimientos como eventos, y dominan la even-tidad de otros. Según lo dicho, puede sostenerse que, para nuestro autor, hay un evento metafísico y otro que acontece en el mundo del espíritu (lenguaje, significación,
representación). Mientras el primero es histórico, el segundo puede estar siempre ocurriendo y desplegándose, siendo producido (como opuesto a lo natural del mundo exterior). Este es el único que posee un horizonte de significado, en sentido estricto. Ya desde el punto de vista de esta even-tidad, no hay eventos más importantes que otros, como sí podría ocurrir en el mundo extra-textual; se ha suprimido la jerarquía al eliminar la presencia. Es una aplicación de la lógica del suplemento que formulara en De la gramatología.
Así pues, según Derrida, es necesario pensar el evento fuera de las oposiciones real-virtual, real-imaginario, presencia-ausencia. Este repensar no puede acontecer 'mientras uno se base en la simple oposición de la presencia real del presente real o presente vivencial con su simulacro fantasmagórico; la oposición de lo efectivo o actual (wirklich) a lo no efectivo, inactual. No puede acontecer en la medida en que reposemos en una temporalidad general o histórica, construida de sucesivas uniones de
presencias auto-idénticas y auto-contemporáneas”. Esta even-tidad es la espectralidad del evento, su artefactualidad, su virtualidad respecto de la presencia. A muchos eventos (en este sentido) no se les puede encontrar categorización espacio-temporal. Por ello, es preciso decir que, en cuanto las cosas adquieren significación, nunca ocurren fuera del texto. Un evento, por lo tanto, es aquello que acontece"
un abrazo, ni
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