martes, 30 de diciembre de 2008

ÍNCUBO

(Del lat. incŭbus)

1. adj. Se decía del diablo que, según la opinión vulgar, con apariencia de varón, tenía comercio carnal con una mujer. U. t. c. s.


(v. «SÚCUBO»)


SÚCUBO

(Del lat. *succŭbus, según incŭbus).


1. adj. Dicho de un espíritu, diablo o demonio: Que, según la superstición vulgar, tiene comercio carnal con un varón, bajo la apariencia de mujer.

Los súcubos y los íncubos, según el caso, son visitadores. Visitadores de una cópula imaginaria, fantasmática. Súcubo viene del latín succubare, «reposar debajo». Según las leyendas medievales, son demonios femenino que abordan a los hombres y copulan con ellos mientras duermen. De esta manera, absorben la energía del hombre para mantenerse, y a menudo, llegan hasta tal punto, que pueden dejarlo agotado o incluso matarlo. Los íncubos, del latín incubare, son, a su vez, la versión masculina de aquellos. Tanto hombres como mujeres experimentan esta sensación como quien atraviesa el territorio del sueño. Hay, en las relaciones sexuales mantenidas con fantasmas, algo del orden de lo onírico y de lo inocente. Uno duerme, siente quizás una leve brisa, un cosquilleo, pero no es capaz de despertar completamente. Se deja hacer. De pronto, se siente colmado, como habitado suavemente. Siente dentro suyo una agradable presencia que no es la suya propia, pero que sin embargo no es para nada ultrajante. En el medioevo, el mito participaba de lo cotidiano, y el pasaje de un mundo a otro no tenía fisuras: durante los siglos 15 y 16, una talla de súcubo en el dintel de una taberna indicaba que allí se ejercía la prostitución. Hay, en el mundo de los súcubos e íncubos, y más genéricamente, en el universo de lo fantasmagórico, un ingrediente vinculado con el dubitativo mundo de la alucinación. Quizás sea ésta conexión con el inestable y peligroso tránsito entre la vigilia y el sueño lo que llamó la atención de Burroughs. Cito un pasaje de A report from the Bunker: «El sexo es una experiencia física. Si se pudiera, acaso, pulsar un botón y recibir la visita de un súcubo o de un íncubo, creo que la mayoría de la gente preferiría las bondades de una pareja fantasma al aburrimiento derivado de lo real».