lunes, 23 de noviembre de 2009

VERNISSAGE

Lo siguiente es gracioso (Wikipedia):

A vernissage (varnishing, from French), also known as a «preview», «private view» or simply «opening», is the start of an art exhibition. Guests may be served canapés and wine as they discuss with artists and others the works in the exhibition.

(el subrayado es mío).

lunes, 9 de noviembre de 2009

INMINENTE

(Del lat. immĭnens, -entis, part. act. de imminēre, amenazar).

1. adj. Que amenaza o está para suceder prontamente.



Hace varios días ya que tengo esta impresión. Una especie de silencio profundo y calmo que se me presenta como la antesala de un suceso inminente, una catástrofe o no, que va a desarrollarse ahora, de un momento a otro. Suelo tener este tipo de presentimientos de tipo funesto, pero rara vez alcanzan a concretarse. Una explosión, una estampida de búfalos en la calle, la erupción de un volcán imaginario. Anoche, de madrugada, al entrar a mi casa, esta sensación se hizo tan fuerte, era para mí tan obvia y tan evidente, que me asusté y apuré el paso.

La impresión de que este glosario se va a convertir, o por qué no, que lo fue siempre, en un diario. Me voy a permitir incluso la posibilidad de repetir palabras. A distintas circunstancias, distintos significados.

lunes, 19 de octubre de 2009

RESTAURAR

El dilema entre restauración o muerte digna es antiguo. Parecería ser que restaurar o no restaurar es la cuestión. La disyuntiva surge a partir de la postura adoptada por aquellos profesionales que están a cargo de la revitalización de la obra, quienes aducen que no es genuino incorporar agregados no fidedignos. El objetivo es evitar realizar los así llamados “falsos históricos”, posibilidad considerada casi como una ignominia a la historia del edificio de que se trate. Ya a mediados del siglo XIX se planteó este dilémica por medio de una polémica inusitada entre la "corriente inglesa" de John Ruskin, y la "corriente francesa" de Eugène Violet-le-Duc. ¿Hasta dónde se debe o se puede reconstruir una obra y cuál es el límite en el que la obra deja de ser tal y pasa a ser otra? Es decir, ¿hasta qué punto la reconstrucción es una falsificación? Por otro lado, el objetivo de la restauración no parecería ser restituir el bien o la obra a su estado original, pero entonces, ¿qué es original y qué no?

En «The Seven Lamps or Architecture», John Ruskin escribe que «...de nuevo, no es una cuestión de convenencia o de sentimiento el decidir si debemos o no preservar los edificios del pasado. No tenemos ningún derecho a tocarlos. No son nuestros; en todo caso son de quienes los construyeron y, en parte, de las futuras generaciones.» Atraviesa esta cuestión la distinción hecha por el propio Ruskin entre «restaurar» y «reparar» y el viejo dilema del valor otorgado a la noción de «original» en la cultura occidental sobre el que ya me interesé en notas pasadas en relación con la expedición etnográfica Dakar-Djibouti. Para la RAE:

RESTAURAR (Del lat. restaurāre).

1. tr. Recuperar o recobrar.
2. tr. Reparar, renovar o volver a poner algo en el estado o estimación que antes tenía.

REPARAR (Del lat. reparāre).

1. tr. Arreglar algo que está roto o estropeado.
2. tr. Enmendar, corregir o remediar.

De la vereda opuesta, Eugène Violet-le-Duc, en su "Dictionnaire raisonné de l'architecture française du XIe au XVIe siècle", afirma que «Restaurar un edificio no tiene el objetivo de conservarlo a través del tiempo (l'entretenir), repararlo o incluso rehacerlo, sino restituirlo (le rétablir) a un estado de completitud que bien puede no haber existido nunca.»

miércoles, 7 de octubre de 2009

ACABOSE

(De acabó y se).

ser algo el ~.

1. loc. verb. Denota que ha llegado a su último extremo. U. m. en sent. peyor.


¡Esto es el acabose!, pensé. (Ver la entr. ecpirosis; otra vez descubro un patrón.

lunes, 5 de octubre de 2009

AQUELARRE

(Del vasco aquelarre, prado del macho cabrío).

1. m. Junta o reunión nocturna de brujos y brujas, con la supuesta intervención del demonio ordinariamente en figura de macho cabrío, para la práctica de las artes de esta superstición.


Leo que «el macho cabrío negro (akerra) era venerado en un ritual de fertilidad las noches de plenilunio, para que la diosa lunar les iluminara con sus rayos femeninos y facilitara la fecundación de la Tierra y la procreación de todas sus criaturas, manteniendo constante de este modo el ciclo vital del Universo. Aún hoy en día, el macho cabrío continúa siendo el animal protector del ganado y del bosque en algunas zonas forestales».

jueves, 3 de septiembre de 2009

ECPIROSIS

1. del gr. ekpírosis, conflagración o consumición de todas las cosas por el fuego.

Las sierras cordobesas se queman a razón de una ciudad de Buenos Aires por semana. Arde California y la fulguración de las llamas se alcanzan a ver desde el Partenón.

Según el estoicismo, la ecpirosis tiene lugar al final de cada año cósmico y marca la catástrofe que señala en fin de un ciclo (vital) y el comiendo de otro, en una especie de eterno retorno. Esta doctrina, amén de anunciar una catástrofe final, acaso inminente, mantiene sin embargo un cierto optimismo, ya que sustenta que tal catástrofe -que dota de sentido al cosmos- no es definitiva, sino necesaria para el renacimiento de las cosas que sucede a la debacle. Así, la ecpirosis sea acaso una suerte de epifanía gloriosa, sea fin y sea comienzo.

«El horizonte ha florecido repentinamente de volcanes ardientes, y entre ellos se eleva, trepa, se yergue una vertiginosa columna de fuego. ¿No era la columna con la que nos hemos encontrado en el sueño? ¿Dónde vamos, abstracción mía con cascos y cola? ¿Vamos hacia el ojo derecho de la ciénaga, más allá de la ceja, más allá de la melena, hacia el lugar de la ecpirosis? Explícamelo tú, abstracción mía, ¿estamos viajando, tú y yo, el alcázar, los mapas de los antepasados, hacia la maldición, hacia la suprema, perfecta luminaria?»


martes, 18 de agosto de 2009

CÁUCASO

«Cáucaso» no está en el diccionario de la Real Academia, pero sí está «caucáseo», perteneciente o relativo a la cordillera del Cáucaso.
El Cáucaso (en ruso Кавказ, Kavkaz; en georgiano კავკასიონი, Kawkasioni; en turco Kafkas; en persa Qavqaz) es una región natural situada en la linde entre Europa del Este y Asia occidental, entre el mar Negro y el mar Caspio, que incluye las propias montañas del Cáucaso y las tierras bajas circundantes, poseyendo una longitud total de unos 1.200 km.
En su estudio sobre las distintas morfologías humanas, Johann F. Blumenbach distinguió 5 tipos de esqueletos: caucásicos, mongoloides, malayos, americanos y etíopes. Curiosamente, estas divisiones estaban fundadas en características no sólo físicas sino también psicológicas. Aunque desacreditada con el paso del tiempo, la taxonomía de Blumenbach sigue utilizándose, en cierta medida.
Caucas, o Kavkasus, era hijo de Targamos, hijo de Japheth —en la Biblia, uno de los hijos de Noé, el de la Barca. El hijo de Caucas, Dzurdzuk, es mencionado como el ancestro de los modernos chechenos. Hoy en día, y sobre todo a partir de la erupción de la así llamada «cuestión chechena», el Cáucaso es una de las regiones más violentas del mundo.

miércoles, 5 de agosto de 2009

FUNESTO

(Del lat. funestus).

1. adj. Aciago, que es origen de pesares o de ruina.

2. adj. Triste y desgraciado.



Me había quedado pendiente.
Si no recuerdo mal, en Porto de minha infância, junto con Voyage au début du Monde para mí la película más sugestiva de Manoel de Oliveira, al visitar probablemente por última vez la que hubo sido su casa natal, habla de una «visão terrível, funesta ruína».

Casa. País. Continente. En plena guerra, Adolfo Casais Monteiro escribe:

Aí vai o cadáver enfeitado de discursos,
florindo em chaga, em pus, em nojo..
Cadáver enfeitado de guerras de fronteiras,
ficções para servir o sonho de violência,
máscara de ideal cobrindo velhas raivas...
Vai, cadáver de crimes enfeitado,
que os coveiros, sem descanso,
acham pouca toda a terra,
nenhum sangue já lhes chega
.


(1946)

DESPOTRICAR

(De des- y potro).

1. intr. coloq. Hablar sin consideración ni reparo, generalmente criticando a los demás. U. t. c. prnl.



Acabo de leer un mensaje del Lic. Fernando Silberstein (v. entrada «presagio»,) a quien tengo en alta estima, respecto a la (mi) difusión (¿pública?) de sus ideas.
Bien arriesga el Lic. Silberstein que sus ideas me han gustado y que es por eso que las difundo. Prefiere, sin embargo, el Lic. Silberstein, que le deje a él la responsabilidad de sus dichos y su, de nuevo, difusión publica. Y me sugiere, por último, que me aboque, en cambio, a desarrollar más mis propias ideas.
Tengo mis serias dudas respecto a la paternidad de las ideas proferidas a viva voz, máxime cuando estas pasan a engrosar un conjunto de textos fotocopiados a los que se da el nombre de "teóricos", y que no pagan ningún tipo de derechos de propiedad intelectual. ¿Acaso las ideas «pertenecen» o simplemente «están» ahí para ser tomadas al vuelo?. El Lic. Silberstein, de cuyas clases disfruté hace ya tiempo, me amonesta por hacer difusión de éstas, las que llama sus ideas. Sin embargo, no hace lo propio cada año, cuando cientos de alumnos las repiten —primero, para sus adentros, luego titubeando ante una mesa evaluadora— al momento de rendir los éxamenes de fin de término. ¿De qué manera un tipo de difusión —ésta— es reprobable si otra —aquella— no sólo no es condenada, sino auspiciada vivamente?
Siempre fui bastante amigo de las polémicas. Pensé que no tenía lectores: lo mismo que cabría decir respecto de toda mi producción artística (¡qué presuntuoso!), yo nunca escribí para un otro, porque yo soy mi propio lector —y el único valedero.

martes, 28 de julio de 2009

ESPECTRAL

1. adj. Perteneciente o relativo al espectro

Esa noche me quedé acostado y despierto durante largo rato, y escuché los estruendos y los estallidos de la marea poderosa. Más profunda que estas distintas sacudidas de furia, y que toda la turbulencia de las olas próximas, era la voz de bajo del oleaje más remoto; un incesante y abismal murmullo que hacía temblar el edificio, un sonido que parecía a la imaginación como el hollar de una caballería infinita, el agrupamiento de una artillería incalculable, un precipitarse, desde el Amanecer, de ejércitos anchos como el mundo. Entonces me encontré pensando en el vago terror con que había oído, de niño, la voz del mar; y recordé que en años posteriores, en costas diferentes, el sonido del oleaje siempre había revivido la emoción infantil. Ciertamente esta emoción era miles y miles de siglos más antigua que yo, la suma heredada de innumerables terrores ancestrales. Pero al poco me vino la convicción de que el miedo al mar no constituye sino un elemento más del multitudinario pavor que su voz despierta.

Lafcadio Hearn, En Yaidzu; en «En el Japón espectral».

«Hay algo —decía Hearn— de espectral en todo gran arte, ya sea música, escultura o arquitectura; y es que está relacionado con el infinito.»

domingo, 12 de julio de 2009

RESACA

(De resacar).

1. f. Movimiento en retroceso de las olas después que han llegado a la orilla.

2. f. Limo o residuos que el mar o los ríos dejan en la orilla después de la crecida.

3. f. Malestar que padece al despertar quien ha bebido alcohol en exceso.

4. f. Efecto o serie de consecuencias que produce algún acontecimiento o situación. La resaca del éxito.

5. f. Persona de baja condición o moralmente despreciable.

6. f. Com. Letra de cambio que el tenedor de otra que ha sido protestada gira a cargo del librador o de una de las personas que han efectuado la transmisión por endoso, para reembolsarse de su importe y de los gastos de protesto y recambio.



Ignoraba que esta palabra tuviese tantas acepciones. 
Hoy tengo resaca. Fea palabra; sensación funesta (bella, en cambio, esta otra palabra, funesto. A recordar para futuras entradas del glosario). 
Hace poco, con motivo de otorgar mayor visibilidad al español, el Instituto Cervantes hizo un concurso en todos los países de habla hispana, para elegir la palabra más bella del idioma. No importan los resultados. A mí no me importan los resultados, al menos. Lo que sí noté fue un problema de índole semiótico de difícil resolución. En general, la gente (se podía votar online) tendía a calificar como "bella" la palabra elegida atendiendo a su significado, y no a la palabra en sí misma. En términos semióticos, lo que para los votantes era "bello" no era el significante, lo que Saussure llama la "huella sonora", el Sinn; sino el significado, la representación psíquica, el Bedetung. Fue así que vocablos como "amigo", "abrazo" "amor" estuvieron entre las más votadas, aún cuando el conjunto de sus fonemas, sus imágenes acústicas, no sean en mi opinión particularmente logradas.
Como sea, "resaca" es desagradable, tanto fonémica como fenomenológicamente.

martes, 7 de julio de 2009

EVENTO

(Del lat. eventus).

1. m. acaecimiento

2. m. Eventualidad, hecho imprevisto, o que puede acaecer.



En 30 de junio de 1908 a la mañana, lo que aparentemente fue el trazo de un cometa se dispersó por la atmósfera, en la posición 60º55'N 101º57'E / 603917,101.95, en las proximidades del río Podkamennaya, en Tugunska, Siberia. La explosión aérea —equivalente a varias bombas atómicas— arrasó un área de alrededor de 2150 km2., rompiendo ventanas y haciendo caer a la gente al suelo a 500 km de distancia. Durante varios días, cuentan, las fulguraciones fueron tales que, durante la noche, podía uno leer un libro sin necesidad de hacer uso de la luz eléctrica. El suceso fue conocido con el nombre de «Evento de Tugunska».
Habrá pasado antes, sin duda, y volvería a pasar luego: dan registro de esto los así llamados «Evento de Vitim», también llamado «Evento de Bodaybo» y el «Evento del Mediterráneo Oriental» (2002), o el «Evento de Cando» (1994). Así escrita, en este contexto, la palabra «evento» adquiere una connotación críptica, casi secreta, oculta. Algo que se sabe y que se calla. Sin embargo, nada más lejano. El hecho de llamar evento a un suceso programado con anterioridad es un regionalismo de ciertos países de América del Sur. En realidad, un «evento» es un hecho imprevisto, o que puede llegar a suceder; etimológicamente, una «cosa que sucede».
Acaso la primera acepción, «suceso importante y programado» sea, en este caso, más atemorizante.

lunes, 6 de julio de 2009

PERTINAZ

(Del lat. pertĭnax, -ăcis).
  1. adj. Obstinado, terco o muy tenaz en su dictamen o resolución.
  2. adj. Muy duradero o persistente
Corroboro esta mañana que, efectivamente y tal lo había previsto anoche, el lunes ha seguido al domingo. El orden imperturbable de los días y de las estaciones parece regularnos, aún cuando su gobierno sea suave, casi invisible. ¡Obstinado! ¡Pertinaz! Quizás el arte sea, después de todo, una manera de escapar de tan rígidos designios. Como fuere, anoche me despertaron las gotas de lluvia, que golpeaban contra la ventana. Ellas también, invisibles. De noche, la lluvia no se ve, sino que se oye, se intuye, se adivina. Qué agradable es sentir las gotas de lluvia que golpean contra la ventana de uno, sabiendo que uno tiene dónde protegerse. Aquí, en mi exilio voluntario, opté por abrazar mi almohada como si de un ser vivo se tratara —cada vez más, tengo mis dudas— y proseguir la noche de mis sueños, de los que al despertar no recordé, esta vez, nada. Una penumbra persistente indicaba lluvia, oía truenos, aisladas fulguraciones. ¡Qué bella manera de comenzar la semana! Si era, tal como todo indicaba, en efecto lunes, pues ayer fue domingo y sábado el día anterior. Salir enfundado en un piloto y paraguas al tono; las luminarias, desorientadas, que todavía no han advertido el día que hace rato ha amanecido y se obstinan en su anaranjado municipal, y los tacos de las señoras que resuenan más fuertes contra los adoquines mojados. Miré por la ventana y en efecto advertí que llovía. No por ver gotas de lluvia, sino un paisaje velado, como neblinoso, contornos que se adivinan. La lluvia es un ejercicio de inteligencia; lluvia sagaz. Desde el departamento mío, este de Coghlan, veo todo. La salida y la puesta del sol, el río, la zona norte. A veces pienso que este departamento mío se asemeja más a un panóptico que a una vivienda hecha para ser habitada por personas, y me pienso a mi mismo como guardián involuntario del paso inexorable de los días, controlador de un orden invisible pero certero; en todo caso, mi tarea de vigilancia ha sigo negligente —no puedo negarlo—, pero eficaz. Hoy es lunes, ayer fue domingo. Debo salir para el trabajo. Desayuno y me voy. Si todo sigue como hasta ahora, este día de hoy que amaneció lluvioso, a esta misma hora, mañana se llamará martes.

viernes, 3 de julio de 2009

IMPREGNAR

(Del lat. impraegnare, preñar).

1. tr. Hacer que penetren las partículas de un cuerpo en las de otro, fijándose por afinidades mecánicas o fisicoquímicas.

Desviante porque sí, no tardé en desear, además de tus libros, tus sábanas. no tardé en desear, que en tu nombre se me impregnen.


(Bohler)

domingo, 28 de junio de 2009

PRESAGIO

(Del lat. praesagĭum).

1. m. Señal que indica, previene y anuncia un suceso.

2. m. Especie de adivinación o conocimiento de las cosas futuras por medio de señales que se han visto o de intuiciones y sensaciones.



Cada vez más, aunque siempre fue así, me dejo llevar por los presagios, y por las primeras impresiones respecto de gente y sucesos y lugares. Eso que llamamos «energía», blanca o negra, y que se advierte si uno está atento y es lo suficientemente perspicaz. Se advierte en el cuerpo, en el alma, en el espacio. Es sabido que, más allá de la fenomenología paranormal (vocablo, éste, el de normalidad, muy cuestionable —cfr. Foucault—) o mas bien debería decir fenomenología suprarreal, los fantasmas están compuestos de la así llamada materia ectoplasmática, una suerte de formación fluida o plástica que fluye en la oscuridad a través de los poros y los distintos orificios del cuerpo. La composición de esta sustancia analizada en laboratorio muestra en ocasiones una estructura similar a la albúmina, hallándose tejido proteínico, grasas, leucocitos, fosfatos, tejido cartilaginoso y células en formación.
En ciertas tradiciones orientales vinculadas al taoísmo y al confucianismo, se cree que las personas irradian un volumen de energía (el bioplasma) alrededor 10 metros por delante y por detrás de sí mismos. Este flujo energético está en continuo movimiento, siguiendo claramente aquí la idea de movimiento circular perpetuo que es tan propia del Tao y bastardeada por las tiendas de baratijas y feng-shui en Buenos Aires. En rigor de verdad, la idea de movimiento circular está vinculada con la noción del vacío central, clave (esta noción de «vacío») para entender no solo la pintura china, sino la estética taoísta en general. Estas ideas, es justo decirlo, no son necesariamente, ni únicamente tributarias del taoísmo: están presentes en ciertas corrientes filosóficas del budismo chan (zen) y retomadas luego durante los Song (s. VII-IX) por los neoconfusianos en su concepción cosmológica. La relación inmanente entre vacío y circularidad está muy bien descripta por Lao-tsé:
Una cosa hecha de una mezcla estaba antes del cielo-tierra. Ciertamente silenciosa e ilimitada, reposa en sí misma inalterable y gira circularmente sin falta ni desgaste. Se le mira sin ver y se le llama Invisible; se escucha sin oir y se le llama Inaudible; se palpa sin tocar y se le llama Intangible. Tres cosas inexplicables que, al confundirse, hacen la unidad.
La referencia al número «tres» no es casual, y sería luego retomada por la semiótica de Peirce.

En el taoísmo, sobre todo en la pintura en acuarela y el ukiyo-e, la introducción de áreas no pintadas o ciegas, para dar ilusión de volumen, o bien de elementos intermediarios entre otros dos para relacionarlos, constituyeron estrategias visuales que se fundaron en el objetivo de reforzar el carácter evocador de la pintura, antes que el explícito. Lo inefable, lo difuso, lo brumoso, son todos elementos que en la pintura china tienen la función de manifestar una operación generadora del vacío: antes que de una nada, la falta aquí es metaforizada como donación de sentido. Se puede decir, como bien exponía en sus clases el querido Fernando Silberstein, que desde esta perspectiva se ve por lo otro, por la sombra, por el corte, por la relación en que aquello que vemos se nos da, aunque esta relación sea de ausencia, de oscuridad, de oquedad. Esta concepción dinámica del vacío puede verse en distintos niveles. Por ejemplo, en la idea taoísta de causalidad, donde las consecuencias de un efecto son inversas a la causa, o bien, en la noción oriental de tiempo como expansión activa hacia el pasado y el futuro. Asimismo, la presencia de una ausencia constitutiva se encuentra también en la prosa de autores occidentales tan distintos como Merleau-Ponty (para quien lo invisible no era el opuesto lógico de lo visible sino, en-lo-visible, su condición, tal como la iluminación es el soporte invisible en la percepción de objetos) o Peirce (que, en su noción de interpretante, encuentra una terceridad constitutiva de la relación entre los otros dos elementos del signo).

Esta vinculación entre Peirce y el taoísmo, que ya mencioné antes, quizás se explique mejor por este pasaje, perteneciente al capítulo XLII del Libro de las Mutaciones de Lao-tsé:
El dao originario genera el uno
El uno genera el dos
El dos genera el tres
El tres produce los diez mil seres
Los diez mil seres se recuestan contra el yin
Y abrazan el yang contra su pecho
La armonía nace en el aliento del vacío intermedio.
El dao originario es concebido como el vacío supremo de donde emana el uno —el aliento primordial, el élan vital del que hablaba Bergson—. Este genera al dos, encarnado por los dos alientos vitales que son el yin y el yang; el primero como fuerza activa, el segundo como suavidad pasiva, receptiva. Ambos rigen con su interacción a los múltiples alientos vitales que animan a los diez mil seres del mundo creado. No obstante, entre el dos y los diez mil seres ocupa su lugar el tres. El tres, en la estética taoísta, representa la combinación de los alientos vitales del yin y del yang y del vacío intermedio mencionado. Este vacío intermedio, también él un aliento —explica muy bien François Cheng en Vide et Plein— es necesario para el funcionamiento armonioso del par yin-yang, atrae los dos alientos vitales y los sume en un proceso de devenir recíproco. Vale decir, no se puede pensar el uno y el dos, sin el tres —que los define.

Nótese la similitud con la teoría semiótica de Peirce:
La correlación triádica consta de tres categorías que Peirce denomina Primeridad (Firstness); Segundidad (Secondness) y Terceridad (Thirdness). Peirce mismo concede que sus categorías son «ideas tan generales que pueden considerarse como algo semejante a inclinaciones o tendencias hacia las cuales se dirigen los pensamientos» (CP 1.356, c.1890). Estas categorías yacen detrás de todo pensamiento humano, y de hecho, detrás de todos los procesos del universo, tanto inorgánicos como orgánicos.

Resumo brevemente las categorías de la siguiente manera:

    1. Primeridad: el modo de significación de lo que es tal como es, sin referencia a otra cosa.
    2. Segundidad: el modo de significación de lo que es tal como es, con respecto a algo más, pero sin referencia a un tercer elemento.

    3. Terceridad: el modo de significación de lo que es tal como es, a medida que trae un Segundo y un Tercer elemento (por ejemplo, un representamen y un objeto semiótico) y lo pone en correlación con el Primero (abarca la mediación, la síntesis de las categorías Primeridad y Segundidad) (CP
    8.328, 1904).

Puede decirse que la Primeridad es cualidad, la Segundidad es efecto, y la Terceridad es producto, y que la Primeridad es posibilidad (un quizás 'pueda ser'), la Segundidad es actualidad (lo que 'es, aquí-ahora'), y la Terceridad es probabilidad o necesidad (lo que debería ser, según las circunstancias que existen 'aquí-ahora').

Volviendo al tema anterior, este tipo de flujo energético que emite todo ser vivo, y que entre mis amigos y yo dividen a la humanidad entre aquellos de «energía blanca» (Nosotros, claro, y muchísima otra gente —conocida y desconocida—. Recuerdo que Andrés Andreani menciona a Leopoldo Estol) y «energía negra» (Guillermo Weiss, por ejemplo) —aunque hay un cierto debate en torno a la creación de una figura nueva, la de la «energía neutra»; en efecto, personas cuya sola presencia no nos turba ni nos alegra particularmente, sino que nos mantiene totalmente indiferentes. Este flujo energético, decía, puede ser en efecto medido a través de diversos dispositivos que —como la cámara Kirlian— captan los así llamados «espectros colorimétricos», que sin duda tienen algún tipo de efecto sobre el resto de las personas: Fulano de tal tiene energía negra, o energía blanca; o energía «equis», término que puede parecer ambigüo pero en la práctica resulta muy descriptivo y útil.

A raíz de un breve comentario de Nicolas Bohler, comencé hablando de los presagios. Cómo llegué hasta este punto, hablando de energías blancas, negras y neutras, no lo sé. Pero podría tratar de rencauzarme y decir que sí, que los presagios están vinculados sin duda con los flujos energéticos (ecto y/o bioplasmas) de nosotros y los otros, como diría Todorov; modifican, alteran nuestras percepciones; nos hacen ver lo que vendrá, qué va a suceder de aquí a un momento; adivinar aquello que nos aguarda del otro lado del muro, tras la puerta. Y luego, cuando ese momento haya pasado, corroborar si de hecho estábamos en lo cierto, si el tiempo vivido se verifica.

viernes, 19 de junio de 2009

EVANESCENTE

(Del lat. evanescĕre, desvanecerse).

1. adj. Que se desvanece o esfuma.



Para mí, una de las más hermosas palabras del idioma castellano, por su grafía, por la combinación de sus elementos acústicos y por las imágenes que sugiere. Voy a ser breve; ya no más extensos párrafos ni peroratas, ya no más siquiera al menos por ahora en este instante. Yo la aplico cotidianamente, como un ejercicio de estilo y un juego de ingenio: evanescente para mí es el tiempo y la espuma del mar. Mar y tiempo, dos bellas palabras también —y muy relacionadas.

AGOSTO

(Del lat. Augustus, renombre del emperador Octaviano).

1. m. Octavo mes del año. Tiene 31 días.



Ejerce sobre mí un influjo hipnótico, como si fuera una palabra santa. Dondequiera que la escribo, pronuncio o leo escrita, me trae recuerdos que se desvanecen, como si nos conociéramos desde hace mucho; como si hubieramos compartido juntos veintiocho años.

domingo, 31 de mayo de 2009

ELEMENTO

(Del lat. elementum).

1. m. Principio físico o químico que entra en la composición de los cuerpos.

2. m. En la filosofía natural antigua, cada uno de los cuatro principios inmediatos fundamentales considerados como constitución de los cuerpos, es decir, la tierra, el agua, el aire y el fuego.


O más bien debería referirme a los "elementos". Siempre tuve la sensación de que reivindicar una suerte de regreso primordial al festejo y recuperación de los elementos era una postura, si se quiere, reaccionaria de mi parte, conservadora, una impostura. Que se me llame, entonces, reaccionario, impostor. Pero tengo la impresión de que lo que hay de primitivo en lo elemental es una dimensión que nunca debería dejarse de tener presente.

lunes, 11 de mayo de 2009

GASPILLAGE

n.m. [gaspijaʒ]
  1. despilfarro, derroche. s.m.
Ayer no podía dormirme. Mientras daba vueltas y vueltas en la cama, esta palabra, junto a la imagen de Agnès Varda, me vinieron a la cabeza sin motivo, y reiteradamente.

martes, 5 de mayo de 2009

EPOJÉ

Término procedente del griego "epokhé", que etimológicamente significa suspender. En general se aplica a la decisión de suspender el juicio. El término fue utilizado, en este sentido, por los escépticos en la antigüedad, al encontrarse ante dos proposiciones igualmente defendibles pero opuestas o contradictorias entre sí.

El sentido que a mí me interpela es el utilizado por Husserl en su fenomenología, al referirse a la puesta entre paréntesis de la realidad del mundo que conduce a la apropiación de la realidad del yo, de la propia conciencia. En Husserl, y en la fenomenología en general, la conciencia no existe en sí, sino que siempre es conciencia de algo, de un objeto intencional; la así llamada «aboutness» de la conciencia (bella palabra, aboutness). Esta puesta en suspensión de los fenómenos del mundo es lo que justifica la ataraxia, el estado de tranquilidad del estoico consistente en la imperturbabilidad del alma y la ausencia de todo temor. El vínculo entre el estoicismo y el budismo zen no parece ser pura coincidencia.

lunes, 4 de mayo de 2009

ERRANTE

(Del ant. part. act. de errar; lat. errans, -antis).

1. adj. Que anda de una parte a otra sin tener asiento fijo. Apl. a pers., u. t. c. s.

2. adj. desus. Que yerra.



Errar, discreto
como nácar y marfil.

lunes, 20 de abril de 2009

QUIETO

(Del lat. quiētus).

1. adj. Que no tiene o no hace movimiento.

2. adj. Pacífico, sosegado, sin turbación o alteración.

3. adj. No dado a los vicios, especialmente al de la lujuria.



El quietismo fue la doctrina de algunos místicos heterodoxos que hacen consistir la suma perfección del alma humana en el anonadamiento de la voluntad para unirse con Dios, en la contemplación pasiva y en la indiferencia de cuanto pueda sucederle en tal estado. Miguel de Molinos, su máximo exponente, fue tomado preso por la Santa Inquisición junto a un grupo de discípulos el día 18 de julio de 1685. El proceso fue sumamente largo por la imposibilidad de conseguir pruebas en su contra y de la sola lectura de su libro, Defensa de la contemplación, que había entrado en el Índex. El surgimiento del quietismo como contracorriente puede vincularse a ciertas influencias panteístas de la mística flamenco-renana medieval como así también al influjo del misticismo español, del que Miguel de Molinos era heredero. Las doctrinas del quietismo resultan llamativamente similares a aquellas del brahmanismo y del budismo; la perfección, para el primero, consiste en la total absorción del alma y en la desaparición de todo en el nirvana. Entre los budistas, por su parte, esta perfección o absorción en el gran Todo, se consumará a la hora de la muerte puede ser iniciada en vida a través de la meditación extática. Según la Enciclopedia Católica:

«El quietismo (Lat. quies, quietus, inactivo, en reposo) en el sentido más amplio, es la doctrina que afirma que la más alta perfección del hombre consiste en una especie de autoaniquilación psíquica y la consiguiente absorción del alma en la Divina Esencia, aun durante la vida presente. En el estado de "quietud", la mente es completamente inactiva; ya no piensa ni desea por su propia cuenta, sino que permanece pasiva mientras que Dios obra en ella. El quietismo es entonces, en términos generales, una especie de misticismo (q. v.) falso o exagerado que. bajo la apariencia de la más elevada espiritualidad, contiene nociones erróneas que si son seguidas consistentemente resultarían fatales para la moralidad. Esta corriente recibe su apoyo del panteísmo y de teorías similares, y envuelve nociones peculiares en relación con la cooperación divina en los actos humanos. En un sentido más estrecho, el quietismo designa el elemento místico en la enseñanza de varias sectas que han brotado dentro de la Iglesia, sólo para ser expulsadas como heréticas.»

El hombre no llega a la perfección sino aniquilando el principio del mal que hay en él, pero esta meta no se consigue, afirma Miguel de Molinos, a través de una constante lucha ascética, que es imposible dada la corrupción total de la naturaleza, sino mediante una quieta pasividad de todo el individuo.
Bajo tortura, Miguel de Molinos confesó cualquier acto de inmoralidad que le pusieran delante, como aquel de que «para conseguir la libido, se hacía servir en la mesa y desnudarse a más mujeres desnudas, y otras veces estaba presente para ver mujeres y hombres desnudos entrelazarse juntos y relacionarse». Fue condenado por inmoralidad y heterodoxia a estar permanentemente vestido con un hábito penitencial, a recitar diariamente un Credo y un tercio del Rosario, a confesarse cuatro veces al año y a reclusión perpetua; murió en las mazmorras de Roma el 28 de diciembre de 1696.

jueves, 16 de abril de 2009

SOLAZ

(Del prov. solatz).

1. m. Consuelo, placer, esparcimiento, alivio de los trabajos.


«Recibir noticias tuyas es un solaz», escribí. No importa el contenido. Lo leo, sí, y detenidamente, me interesa saber de vos. Pero el entusiasmo es tal cuando me entero y corroboro que estás vivo y bien y que soy pensado, que me apresuro, leo todo demasiado rápido y luego debo detenerme y retroceder, releer esto y aquello, cerciorarme: una lectura que es esperada y luego añorada como el refugio en el páramo. Entre tantos disgustos pequeños; o no disgustos, sino esperas que se demoran en llegar, dilaciones que se prolongan; entre tanto de todo esto que hay y es mucho, pero que de todas maneras se soporta de buen grado, recibir noticias tuyas, saber que uno es leído y recordado es un sosiego.

viernes, 3 de abril de 2009

PRERROGATIVA

(Del lat. praerogatīva).

1. f. Privilegio, gracia o exención que se concede a alguien para que goce de ello, anejo regularmente a una dignidad, empleo o cargo.


Porque son como hijos: uno los alimenta y enseguida se acostumbran a los placeres de la saciedad y quieren más, siempre más más más. Estos son todos mis hijos, como diría Miller. Los quiero porque ya los tengo, pero no los necesitaría y podría vivir sin ellos. De alguna manera, sin embargo, les tengo cariño, el cariño que proviene de la costumbre y del hábito. Blogs, blogs, fotos, facebooks, son como bocas que alimentar y a las que darles lo que piden, sino chillan. Bocas a las que alimentar con palabras y solo a veces con ideas. Bocas que generan obligaciones y quizás otorguen alguna vez alguna prerrogativa. Eso, lo de las prerrogativas, está por verse.

lunes, 23 de marzo de 2009

POLIANDRIA

(De poli-1 y el gr. ἀνήρ, ἀνδρός, varón).

1. f. Estado de la mujer casada simultáneamente con dos o más hombres.



Mucho menos frecuente que su hermana mayor, la poligamia, el orden social poliándrico aparece en los primeros momentos de la historia de la sexualidad, siendo uno de los modos más antiguos de organización de la vida sexual de las sociedades trivales en la prehistoria, cuando se consideraba a la mujer como la responsable de la fecundidad y de la descendencia de la familia, valores éstos importantísimos en la antigüedad. Bastante común en el Tíbet y en ciertas islas de la Polinesia, la poliandria no debe asociarse automáticamente con los valores propios de una sociedad matriarcal; a menudo no hay relación entre ambos fenómenos.

miércoles, 18 de marzo de 2009

CAOS

(Del lat. chaos, y este del gr. χάος, abertura).

1. m. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.

2. m. Confusión, desorden.

3. m. Fís. y Mat. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos, aunque su formulación matemática sea en principio determinista.



"Echó a andar hacia una pradera. Pero el césped estaba muerto, ahogado por el musgo; los pies se hundían y chocaban con cepas sepultadas y tocones enterrados desde años atrás. Intentó seguir una avenida cuyo trazado era aún visible; pero los árboles, entregados a sí mismos, la obstruían con sus ramas. Este jardín en otro tiempo debió de ser plantado de árboles frutales y árboles de flores. Nogales gruesos como encinas y zumaques con pequeños frutos de un color violeta negruzco enredaban sus brazos en las cabezas tullidas de los manzanos viejos, de troncos hendidos, de llagas curadas con líquenes; malezas inexplicables agitaban sus vainas debajo de árboles bizarros cuyo origen y cuyo nombre ignoraba por completo. En este empujón de vegetación, en estas madejas de verdor que crecían a su antojo en todos los sentidos, las coníferas desbordaban en pinos, abetos, epíceas y cipreses. Algunos, gigantescos, como techos de pagodas, balanceando las campanas oscuras de sus copas, otros perlados de bellotas rojas elevaban sus mástiles erizados, redondeaban troncos enormes de donde manaban, como gotas de azúcar derretido, lágrimas de resina blanca. Avanzaba lentamente, apartando los arbustos, pisoteando las matas. Pronto el camino se hizo impracticable; ramas bajas de pinos obstruían el sendero y corrían por tierra, matando toda vegetación que hubiere debajo y sembrando el suelo de millares de alfileres oscuros. Acá y allá se cruzaban grandes encinas que crecían de cualquier modo y, muertas de vejez, servían de apoyo a las plantas parásitas que se enrollaban a ellas, enredándose en finos enrejados apretados como bucles; membrilleros y perales se cubrían de hojas más allá, aunque su savia debilitada era inerte para procrear frutos. Todas las flores cultivadas en los parterres habían muerto; era una inextricable madeja de raíces y de lianas, una invasión de grama, un asalto de hortalizas nacidas de simientes llevadas por el viento, de legumbres no comestibles, con pulpas lanosas, con carnes deformadas y agriadas por la soledad de una tierra incultivada. Y un silencio sólo interrumpido a veces por chillidos de pájaros asustados, saltos de conejos sorprendidos y fugitivos se cernía sobre esta hemorragia vegetal, sobre este desorden de la naturaleza, esta rebelión de las especies agrestes y de las cizañas, al fin dueñas de un suelo engrasado por la matanza de las esencias feudales y las flores principescas."

Joris-Karl Huysmans, En rada

lunes, 16 de marzo de 2009

TERCERIDAD

1. f. Cualidad de tercero. En Peirce, término a partir del cual puede considerarse que se engendra el mecanismo del sentido.

Tenemos primero la presencia del Uno, un elemento «a». Es comparándolo con «b» que se produce un efecto de sentido para saber lo que es «a», de lo contrario éste aparecerá en su «primariedad». La introducción del nuevo término llama a la dimensión de secundariedad. Por el hecho de ponerlos en relación, surge un término medio, que en tanto tercero permite asegurar la comparación, la constitución de una cadena y por tanto, la construcción de sentido.

Es el tercero el que define, y el que permite al uno ser visible. Está el uno, lo visible, el dos —todo aquello que no es uno—, y el tres, la relación, el corte; la separación. La primeridad es la cualidad pura. La terceridad es la relación entre una segunda y tercer cosa. La peculiaridad de esta terceridad, llamada por Peirce «interpretante», es que tiene que ser definido como una conexión mental. Cada interpretante tiene una relación de tres, y se define a su vez en tanto conexión mental con otro signo, que implica también otro interpretante definido en función de la relación que ese interpretante define. Esto es lo que se ha denominado «semiosis infinita».

La idea de un elemento tercero significa que hay un modo de establecer una relación, y a su vez esta puede unirse con otra hasta el infinito. Es decir, implica un mundo abierto en cuanto a sus posibilidades de significación. Siempre hay una posibilidad de pensar algo que no había sido pensado, decir algo que no había sido dicho. La idea extraordinaria de la terceridad es que se establece una dinámica abierta de la significación, y sobre todo una dinámica de intercambio posible y de relación. Si se viviera en un mundo con una lógica diádica, no habría proceso posible de designación ni de intercambio. El punto es que en la obra de arte se construye a partir de estos sistemas de relaciones. Lao-Tsé dice que lo importante de una casa es justamente lo que la casa no es, es decir, las puertas y las ventanas. Si no fuera por las puertas y ventanas, la casa en tanto tal no tendría sentido, pues estaría cerrada sobre sí misma. Es por aquello que no es casa que la casa cobra sentido. Asímismo, es por el hecho de que un vaso tiene un vacío o un hueco que el vaso cobra sentido. Esta oquedad, este vacío hueco del no-vaso, es lo que queda de la relación de los bordes, que construyen una relación; lo esencial del vaso es que se construye por ausencia, vale decir: es vaso aquello que vaso no es. Este vacío significante (la terceridad) no tiene nada que ver por aquello que rodea al vaso, la nada circundante, que es sencillamente nada exterior (la segundidad). La terceridad, este vacío significante, es una relación; y es una relación de ausencia que da sentido a lo presente.

ODA

1. (F) Composición poética perteneciente al género lírico. Dividida comunmente en estrofas de tono elevado.

¡Oh! da:

Oda al coraje*

La próxima vez que despiertes
con la patria en la cabeza,
no dudes en morir por ella.
Recuerda al gran Belgrano
su desmedida entrega
y ten por seguro
que morirás empiojado,
entonces harán la vaca
para ponerte un mármol
y te desenterrarán, con suerte,
ochenta años después
y te robarán hasta los dientes.

*En Septiembre de 1902, en el acto de reubicación de los restos de Belgrano, los ministros Joaquín V. Gonzales y Pablo Ricchieri le afanaron los dientes al prócer. En una crónica de La Prensa quedó una frase que es, casi, conmovedora: "Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación".

(Lucas Brito Sanchez, Ida y Vuelta, Antología de la poesía actual de Chaco y Corrientes (2007), pág. 43.)

jueves, 12 de marzo de 2009

LACERAR

Tr. Lastimar, herir o dañar.

Mis palabras se inmolan perdiéndose en si mismas,
tumbas hambrientas de su propio sentido.
Tu lamento, tu dolerme en los huesos,
laceran la piel de mis resurrecciones.

(Fragmento incierto de la obra de Susana Giraudo)

lunes, 9 de marzo de 2009

INQUIETUD

(Del lat. inquietūdo).

1. f. Falta de quietud, desasosiego, desazón.


Hablaba días pasados con un conocido sobre una serie de películas de terror japonesas de la década del '60 y '50 que yo había estado viendo últimamente (Nagakawa, Kobayashi, etc.), antes de que el género se bastardeara y occidentalizara burdamente. A propósito de esto, señalaba yo que me parecía que la virtud principal del terror oriental es que está desprovisto de los así llamados «golpes de efecto», dominado en cambio por una cierta incomodidad constante, un ligero sentimiento de temor, vago e impreciso pero difícilmente localizable, aunque sí claramente presente —cercano a lo que Freud llamaba «unheimliche», o siniestro, en relación a E.T.A. Hoffmann—. «Algo así como un sentimiento de inquietud», decía yo. Mi interlocutor corroboraba: «eso mismo; inquietud.» «Ahí tenés un buen argumento para una película tuya», decía yo (mi interlocutor es director de cine). «Inquietud». De alguna manera, me resultaba familiar. A la noche, antes de dormir o bien durante el sueño, recordé que Inquietude es el título de una película de Manoel de Oliveira, de 1998. El año pasado, en diciembre, en razón del centenario de su nacimiento, prendí en mi casa una velita en homenaje a don Manoel y le mandé mis saludos a la distancia.

martes, 3 de marzo de 2009

ARCANO

(Del lat. arcānus).

1. adj. Dicho especialmente de las cosas: Secretas, recónditas, reservadas.

2. m. Secreto muy reservado y de importancia.

3. m. Misterio, cosa oculta y muy difícil de conocer.



Antes que su relación más próxima con el tarot, la primera vez que oí esta palabra fue para referirse al estilo críptico de cierto autor italiano cercano a Calvino, hablando de su «uso arcano de la lengua». Fue luego que descubrí su más obvia relación con el ocultismo y el simbolismo. Y Arcano 17 es, a mi juicio, el libro más hermoso de André Breton después de Nadja. Un libro pequeño pero extremadamente sugerente y, a mi juicio, melancólico y lluvioso, un libro para leer en un día de invierno mirando el mar. Breton lo escribió durante un viaje a la península de Gaspé, en Québec, y este clima marítimo y hostil de bruma, de mar y de gaviotas impregna la lectura. El arcano 17 es uno de los 22 arcanos mayores del tarot marsellés, y es representado por una estrella flamígera de ocho rayos, rodeada por otras siete estrellas sobre las que se detiene una joven dormida que derrama en la tierra árida los fluidos de la Vida Universal. Esta carta, como las restantes del tarot marsellés, están dibujadas al interior de un rectángulo que es un doble cuadrado llamado por los alquimistas «rectángulo de la génesis» o «cuadrado largo plateado», figura geométrica que nos remite directamente al Número Aúreo. Los personajes del tarot, no limitados por este cuadro, se pierden por arriba y por debajo, algunos a la izquierda o a la derecha, indicando la existencia de un campo que excede la superficie de la carta, un reino invisible, celeste, subterráneo, positivo, eterno e infinito. Jung destaca que la figura de la joven dormida en el arcano 17 —a quien da el nombre de «sacerdotisa orante» es profundamente religiosa: «En la psicología de una mujer del siglo XX, aislada del contacto con la naturaleza así como de sus sentimientos innatos de interés religioso, la aparición de esta Sacerdotisa de la Naturaleza puede presagiar una nueva conexión con la parte trascendental de sí-mismo (...) la posición de sus piernas nos sugiere la svástica, una forma primitiva de cruz. La svástica, también llamada “martillo de la creación”, simboliza el movimiento continuo del cosmos, conectando de nuevo el trasvase circular de la mujer con la circulación de los planetas que se hallan sobre su cabeza». En la interpretación popular, la mujer vertiendo sus ánforas en cinco torrentes está vinculada a la idea de regeneración y de esperanza. Breton escribió Arcano 17 tras conocer a quien sería su última mujer, Elisa Bindhoff, a quien dedica el libro. «Cuando te vi, en tus ojos estaba aún toda la niebla de una especie indecible; (...) Tu bien sabes que, al verte por primera vez, te reconocí sin duda alguna.»

lunes, 2 de marzo de 2009

PENA

(Del lat. poena).

1. f. Cuidado, aflicción o sentimiento interior grande.

2. f. Dolor, tormento o sentimiento corporal.



Ciertas experiencias extremas son intransferibles, en particular las dolorosas, aquellas vinculadas con la angustia y el desasosiego. No hay palabras para comunicarlas ni dar cuenta de ellas. Quien las sufre, sufre el doble por no poder compartir su padecimiento o su goce. Es que las penas profundas, como las alegrías, son del orden de lo indecible. Imposible disociar unas y otras del sujeto que las acoje; a unas, como a una pesada carga, a otras, como a una compañía delectable. Acaso la pena sea más penosa porque es de uno, siempre será la pena propia, y no hay forma de explicarla. Una hermosa copla de Aledo Meloni canta:

Tengo una pena chiquita
que no se quiere mostrar:
por fuera muy modosita,
por dentro dele llorar.


viernes, 27 de febrero de 2009

DISYUNTIVA

(Del lat. disiunctīvus).

1. f. Alternativa entre dos cosas, por una de las cuales hay que optar.


El camino escogido lleva siempre e inexorablemente a preguntarse por aquel que ha sido dejado de lado. Ante una encrucijada, por cada alternativa que se sigue hay al menos otra que se abandona, y con esta se dejan pendientes infinitas posibilidades de aquello que pudiera haber sido y ya no podrá serlo. Serán en todo caso futuros vivibles para otros, habrá que ver, pero no ya para uno .Es inútil el ejercicio de lamentarse por estas hipótesis dejadas atrás, pero es también cierto que de tales opciones no concretadas se nutre la literatura.


jueves, 19 de febrero de 2009

VACÍO

(Del lat. vacīvus).

1. adj. Falto de contenido físico o mental.


Cioran decía que algo incierto se transfigura en uno y en sus relaciones con el mundo luego de la experiencia del vacío.
También el vacío entendido como el destino al cual uno se arroja —dado que uno no está en el mundo para no suicidarse—.

Se ve así que la noción de vacío es el uno de los conceptos más polémico y polisémicos de la historia física y metafísica de Occidente. Parménides, infatigable defensor del ente inmutable, único y permanente, nos quisó ahorrar las deflagraciones inherentes a su pensar, sacrificándolo en algún altar de Elea. Efímera plenitud; Leucipo y Demócrito nos regalaron el átomo maldito, devolviendo al agua su tumulto, al devenir su envenenada nobleza. Pasaron los siglos y el vacío no se había aún dejado derrocar.

Occidente nunca hubiera sospechado que los argentinos, su más extraño apéndice, desfigurarían para siempre la metafísica: del vacío hicieron un sándwich.

(Gracias a Nicolas Bohler nuevamente)

miércoles, 18 de febrero de 2009

VOLUPTUOSO

(Del lat. voluptuŏsus).

1. adj. Que inclina a la voluptuosidad, la inspira o la hace sentir.

2. adj. Dado a los placeres o deleites sensuales. U. t. c. s.



La idea de un universo «voluptuoso» me viene sugerida por la feliz coincidencia de dos textos; o mejor dicho, un texto que me hizo recordar un alegato escuchado tiempo atrás. Los límites entre erotismo y voluptuosidad son más bien difusos —y en todo caso corresponden a una diferencia de grado o de valor. Werner Herzog se refería de esta manera a la selva amazónica en la cual estaba filmando Fitzcarraldo:

«Kinski siempre dice que [la selva] está llena de elementos eróticos. Yo no la veo tan erótica sino más bien llena de obscenidad. La naturaleza aquí es vil e infame, no podría verle nada erótico, sólo podría ver fornicación y asfixia y lucha por sobrevivir, por crecer y finalmente pudrirse.
Por supuesto hay mucha miseria, pero es la misma miseria que nos rodea. Los árboles son miserables, los pájaros son miserables. Yo no creo que ellos canten sino que se quejan de dolor.»

La selva como un microcosmos incompleto, abandonado a mitad de camino. Se dice que la naturaleza tiene sus leyes, más bien imperturbables. Yo tengo para mí que la naturaleza es un mundo anárquico, silencioso, despiadado y totalmente carente de orden. Aquellas palabras de Werner Herzog —escuchadas hace tiempo—, me vinieron recordadas a raíz de este breve párrafo de una novela de Stanislaw Lem que leía hoy por la mañana:

«—¿Sabe lo que es la selva? —continuó hablando—. Pero, ¿cómo iba a saberlo? Vida, verde y desbordante. Todo vibrando, vigilando, moviéndose. En la maleza, multitud de bocas voraces. Flores dementes como explosiones de color. Insectos escondidos en telas pegajosas. Miles y miles de especies no clasificadas. No como aquí, en Europa. No hay necesidad de ir a buscarlas: por la noche, toda la tienda estaba cubierta de mariposas nocturnas tan grandes como una mano, insistentes, ciegas, caían al fuego a centenares. Sobre la lona pasaban sombras. Los nativos temblaban. El viento traía el ruido de los truenos de diferentes puntos. Leones, chacales. Pero eso no era nada. Luego venía la debilidad y la fiebre.»


sábado, 14 de febrero de 2009

REVENIR

(fr.)
1. (a un lugar, de un lugar) volver, regresar.


¡Qué pena que no exista una palabra tan sugerente en el idioma castellano! Yo, por mi parte y como forma de adhesión a la causa, la uso continuamente. No es volver, tampoco es retornar ni regresar. En «revenir» hay algo del orden del desandar, y quizás, con ventura, del arrepentimiento: quien desanda el camino recorrido vuelve con remordimiento. El francés es un idioma pródigo en este tipo de hallazgos repetitivos —«rentrer» es otro—. En el folklore anglonormando medieval, los «revenants» —literalmente «revinientes»— son fantasmas que regresan de la muerte para acosar a quienes en vida fueron sus allegados. Es también el título de una película en la que una horda de inofensivos revenidos vuelven al pueblo que los cobijó en vida, atribulando a los pobres habitantes, que pasan a encontrarse frente a un superávit poblacional de difícil resolución. La película es bastante mala, pero la idea de otorgarle un giro social a la problemática de los muertos vivos (George Romero ya lo había intuído), es interesante.

viernes, 13 de febrero de 2009

INTERSTICIO


(Del lat. interstitĭum).

1. m. Hendidura o espacio, por lo común pequeño, que media entre dos cuerpos o entre dos partes de un mismo cuerpo.

Parafraseando a Perec, para quien la verdad no estaba en los libros sino entre los libros; allí donde se encuentra aquello que se ha de buscar no es en los objetos, sino entre medio de ellos, en la cimiente de aquellos espacios entre olvidados y sugerentes en los que se esconde la escritura.

Gracias a Nicolas Bohler.

lunes, 9 de febrero de 2009

FELICIDAD

(Del lat. felicĭtas, -ātis).

1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.

Podría haberlo escrito yo, pero no. Es un locazo materialista de la RAE. Kú.

viernes, 6 de febrero de 2009

NEURA


1.
adj. coloq. Dicho de una persona: Muy nerviosa, obsesiva y maniática. U. t. c. s.
2. f. coloq. manía. (extravagancia). Tiene muchas fobias y neuras.
3. f. nerviosismo. Siempre que le da la neura, se marcha.

- A mí me hartó la vida social que vengo llevando. Creo que me relaciono con demasiada gente. tengo ganas de reducir todo a poca gente y bajar mi ansiedad.
- El año pasado yo estaba igual que vos, relacionándome con demasiada gente. Ahora bajé un cambio.
- Eso de estar atento es horrible. A mí me da la paranoia de que si bajo la guardia quizás me estoy perdiendo de algo.
- Un par de cambios.
- Uf, qué agobiante. Yo no tengo expectativas; pero mi affaire efímero con S.... me hizo soñar con algo así.
- Es verdad. Es mejor así. No expectations.
- Quizás a la larga me canse, pero quiero alguien que yo idealice. Que tenga su vida resuelta, posesiones materiales, y sobre todo que tenga algo que me tranquilice. No sé qué necesito para tranquilizarme, nunca me sentí tranquilo en la vida; y como lo único que nunca tuve fue novio, confío en que es eso. Si el día que tenga novio no me tranquilizo, puedo pegarme un tiro.
- No, no es eso. Yo te puedo asegurar que un novio no te apacigua; te exacerba la neura.


miércoles, 4 de febrero de 2009

JÚBILO

(Del lat. iubĭlum).

1. m. Viva alegría, y especialmente la que se manifiesta con signos exteriores.


Tamaña demostración de alegría es imposible de esconder. Quién siente júbilo está exultante no sólo por un buen pasar presente sino, y sobre todo, por un futuro promisorio. Como los jubilados, que de ahí viene la palabra: quien tras una vida de trabajo duro cuelga el uniforme, se despide por última vez del capataz y se aleja de la fábrica para no volver, es recompensado desde ese momento con una suma de mensual en concepto de gratificación por los servicios prestados, de manera tal que no tiene que preocuparse ya de nada, y puede alejarse del tedioso mundo de la producción mecanizada para tenderse al sol y disfrutar de los momentos postreros rodeado de belleza y felicidad. De allí viene el término «jubilar», propiamente «regocijarse», tomado del latín jubilare, «lanzar gritos de júbilo». Qué otra cosa, sino eso, hacen nuestros queridos pensionados, exultantes de dicha ante la perspectiva de aquello que Maiakosky llamaba la «perspectiva jubilosa».

INCORDIO

1. m. coloq. Cosa incómoda, agobiante o muy molesta.

Estaba leyendo en internet sobre las «fainting goats», algo así como «cabras desvanecentes». Bellos neologismos estos que acabo de inventar, desvanecente; desfallecente. Las «fainting goats» son una raza particular de cabras domésticas que, debido a una malformación genética (myotonia congenita), suelen sufrir la parálisis temporal de sus músculos y caen a un lado como troncos, desvaneciéndose y perdiendo todo aliento vital. Tal súbito fenecimiento sin embargo es breve, no suele durar más de 10 segundos, al cabo de los cuales la cabra desvanecente se pone de pie y continúa como si nada hubiera sucedido. Una suerte de muerte breve y no mortal si por mortal entendemos definitiva, que al parecer no le ocasiona ningúna molestia física y no sé yo tampoco si la cabra será conciente o no de lo que le acaba de suceder. Ninguna molestia física, en efecto, pero qué fastidio.

viernes, 30 de enero de 2009

EQUIS

  1. f. Nombre de la letra x.
  2. f. Nombre del signo de la incógnita en los cálculos.
  3. (Col.) Serpiente cuyo veneno es casi siempre mortal.
  4. adj. Se dice de un número desconocido o indiferente

estar
alguien ~.
  1. loc. verb. coloq. Respecto del propio estado de ánimo, apesadumbrado, contrariado.
Así, el amigo M.D. escribe:

«Aún así, las palabras de MG me dejan un sabor equis. Siento que es posible intentarlo, y que si no lo hago, voy a estar todo el año hecho un perdido de la mente. No quiero eso. Quiero ser increíblemente pilas. Sentirme bien. Caminar al río y pensar en la cosas que tengo que hacer; volver, y hacerlas. Y es un loco, todo lo que tengo que hacer. Un millón de proyectos por la mitad, o por la mitad de la mitad. ¿Y por qué no logro trabajar de manera constante? El costicismo. Siempre lo mismo. Siempre pendiente del costicismo de oro y de los sueños de amor eterno y resplandeciente. No sé cómo voy a hacer. Tengo un millón de cosas que hacer, pero siempre dejo que todo caiga por un equis y me pierdo de la mente en cinco minutos. Mi vida se va a parar a la equis y termino comportándome como un desgraciado.»

Mariano Dorr
Volver con energía equis... pero volver
http://enbuscadelcosticismoperdido.blogspot.com

miércoles, 28 de enero de 2009

INMANENTE

(Del lat. immănens, -entis, part. act. de immanēre, permanecer en).

1. adj. Fil. Que es inherente a algún ser o va unido de un modo inseparable a su esencia, aunque racionalmente pueda distinguirse de ella.



Acabo de venir de ver la muy chéjoviana L'heure d'été, de Olivier Assayas. Por diversos motivos, la historia me resultó familiar. Tras la muerte de mi abuela surgió el inevitable trastorno de la herencia. Como la familia de mi madre es muy numerosa, este trastorno se volvió una pesadilla. Aún cuando gran parte de mi familia deseaba conservar la casa en donde mi abuela había vivido -gigante, señorial-, bastó para que alguien se oponga y exija su parte para que la casa terminara malvendiéndose y con ella su historia. Como nadie tenía el dinero suficiente para saldar la parte correspondiente, todo el acervo -arquitectónico, sentimental- terminó desguazándose y la gran cantidad de valiosas antiguedades en medio de las cuales mi abuela vivía (para ella eran meros objetos) se desperdigaron y desaparecieron. ¿Cómo se comportan estos objetos con sus nuevos propietarios, y que valor estos les asignan? Lamentablemente, los vida de los objetos está condenada a la supervivencia material. Se trata de la eterna incomodidad que siento yo ante las antigüedades: yo mismo tengo, acá al lado, una cajita de música que compré en algún lado. Si bien la sé antigua, de alguna manera para mí su historia nació conmigo. Y sin embargo, lo presiento, algo de esta historia se me escapa. La historia de los objetos es inmanente, en el sentido que hacen al objeto mismo: objeto, historia y propietario son una única y misma cosa. Cuando ese objeto cambia de manos, este vínculo se rompe y la historia recomienza, aunque el nuevo propietario algo intuye: acaso que el objeto, discreto, conserva algo de su dueño primitivo y lo lleva en sí, como una cierta pátina. Y no puedo sino pensar que esta, la cajita de música legalmente mía, en un punto no me pertenece. Hay en el objeto y en su relación con el nuevo entorno algo fuera de lugar, algo del orden de lo yuxtapuesto. El objeto pervive a sus dueños primitivos, sobrevive a lo pasajero, pero, intuyo, también añora.


ADVENIMIENTO

(M) Llegada de un acontecimiento o una época relevante.

La esplendorosa intensidad de lo que adviene radica en poder anticiparse a su llegada. La magia del vislumbre: el misterio de lo que puede presentirse y se sabe importante.

martes, 27 de enero de 2009

CAUTO

(Del lat. cautus, part. pas. de cavēre, precaver).

1. adj. Que obra con sagacidad o precaución.


Cauto, sigiloso, prevenido. «Cauto» es también el nombre del río más importante de Cuba. Me gusta mucho esa imagen. Cautos suelen ser los bañistas, pero nunca cautas son las aguas, en general más bien impetuosas, tirando al capricho y a la arbitrariedad. Me pregunto cómo será sumergirse en el río Cauto; quizás algo así como adentrarse en un afluente sigiloso, expectante, calculador.



DILETANTE

(M.) (Adj.) Que lleva a cabo una práctica científica o artística sin tener la capacidad o el conocimiento suficiente.

lunes, 26 de enero de 2009

PROCRASTINAR

(Del lat. procrastinare).

1. tr. Diferir, aplazar.


La procrastinación es la acción de postergar actividades o situaciones que uno debe atender, por otras situaciones más irrelevantes y agradables.

Yo vivo procrastinando, lo cual genera en mí una amplia gama de sentimientos relacionados con la culpa y la autopunición. Creo que esta culpa mía, de la cual no soy responsable en lo más mínimo, es responsabilidad en cambio de la pesada herencia cristiano-occidental que pesa sobre nuestra civilización; así que una vez más, no me hago cargo.


sábado, 24 de enero de 2009

TUMULTUOSO

(Del lat. tumultuōsus).

1. adj. Que causa o levanta tumultos.

2. adj. Que está o se efectúa sin orden ni concierto.


Hoy quiero destacar esta hermosa palabra del idioma castellano. Tumulto; cúmulo, íncubo, íncubo. Hay un patrón. Muchas 'u'. Tumultuoso es el mar, pero para mí no el océano, sino un mar de nubes. Cuando yo pienso en esta palabra, tumultuoso, pienso en un cuadro, pienso en el pelo desordenado de alguien del romanticismo. Cuántas cabelleras desordenadas en el romanticismo. En particular, pienso en la de Chateaubriand. Creo que hay algo que relaciona lo tumultuoso a lo avasallante. El cuadro en el que pienso cuando pienso en la palabra 'tumultuoso' es éste, El viajero contemplando un mar de nubes, de Caspar David Friedrich. Mencionan la palabra 'tumultuoso' en el curso de una conversación y yo instantáneamente pienso en ese mar de nubes.


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jueves, 22 de enero de 2009

ADMINÍCULO

1- (M.) Objeto pequeño y sencillo que es útil como ayuda o complemento de algo.
2- (M.) Utensillo que se lleva o se posee para ser utilizado en caso de necesidad.

miércoles, 21 de enero de 2009

CORDIAL

(Del lat. cor, cordis, corazón, esfuerzo, ánimo).

1. adj. Que tiene virtud para fortalecer el corazón.

2. adj. Afectuoso, de corazón. Dícese asimismo de todo lo que tiene virtud para confortar y fortalecer el ánimo, para consolarlo o aliviarlo.


Nótese la etimología. Lo mismo sucede con «recordar», del lat. recordāri, formado por re «de nuevo» y el étimo cor, cordis, «corazón». Como se ve «recordar» es etimológicamente bastante más que tener a alguien presente en la memoria. La proximidad es, ante todo, sentimental. Los antiguos romanos, siguiendo la tradición griega, situaban la mente -en tanto pensamiento-, no en el cerebro, sino en el pecho.