miércoles, 18 de marzo de 2009

CAOS

(Del lat. chaos, y este del gr. χάος, abertura).

1. m. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.

2. m. Confusión, desorden.

3. m. Fís. y Mat. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos, aunque su formulación matemática sea en principio determinista.



"Echó a andar hacia una pradera. Pero el césped estaba muerto, ahogado por el musgo; los pies se hundían y chocaban con cepas sepultadas y tocones enterrados desde años atrás. Intentó seguir una avenida cuyo trazado era aún visible; pero los árboles, entregados a sí mismos, la obstruían con sus ramas. Este jardín en otro tiempo debió de ser plantado de árboles frutales y árboles de flores. Nogales gruesos como encinas y zumaques con pequeños frutos de un color violeta negruzco enredaban sus brazos en las cabezas tullidas de los manzanos viejos, de troncos hendidos, de llagas curadas con líquenes; malezas inexplicables agitaban sus vainas debajo de árboles bizarros cuyo origen y cuyo nombre ignoraba por completo. En este empujón de vegetación, en estas madejas de verdor que crecían a su antojo en todos los sentidos, las coníferas desbordaban en pinos, abetos, epíceas y cipreses. Algunos, gigantescos, como techos de pagodas, balanceando las campanas oscuras de sus copas, otros perlados de bellotas rojas elevaban sus mástiles erizados, redondeaban troncos enormes de donde manaban, como gotas de azúcar derretido, lágrimas de resina blanca. Avanzaba lentamente, apartando los arbustos, pisoteando las matas. Pronto el camino se hizo impracticable; ramas bajas de pinos obstruían el sendero y corrían por tierra, matando toda vegetación que hubiere debajo y sembrando el suelo de millares de alfileres oscuros. Acá y allá se cruzaban grandes encinas que crecían de cualquier modo y, muertas de vejez, servían de apoyo a las plantas parásitas que se enrollaban a ellas, enredándose en finos enrejados apretados como bucles; membrilleros y perales se cubrían de hojas más allá, aunque su savia debilitada era inerte para procrear frutos. Todas las flores cultivadas en los parterres habían muerto; era una inextricable madeja de raíces y de lianas, una invasión de grama, un asalto de hortalizas nacidas de simientes llevadas por el viento, de legumbres no comestibles, con pulpas lanosas, con carnes deformadas y agriadas por la soledad de una tierra incultivada. Y un silencio sólo interrumpido a veces por chillidos de pájaros asustados, saltos de conejos sorprendidos y fugitivos se cernía sobre esta hemorragia vegetal, sobre este desorden de la naturaleza, esta rebelión de las especies agrestes y de las cizañas, al fin dueñas de un suelo engrasado por la matanza de las esencias feudales y las flores principescas."

Joris-Karl Huysmans, En rada