lunes, 20 de abril de 2009

QUIETO

(Del lat. quiētus).

1. adj. Que no tiene o no hace movimiento.

2. adj. Pacífico, sosegado, sin turbación o alteración.

3. adj. No dado a los vicios, especialmente al de la lujuria.



El quietismo fue la doctrina de algunos místicos heterodoxos que hacen consistir la suma perfección del alma humana en el anonadamiento de la voluntad para unirse con Dios, en la contemplación pasiva y en la indiferencia de cuanto pueda sucederle en tal estado. Miguel de Molinos, su máximo exponente, fue tomado preso por la Santa Inquisición junto a un grupo de discípulos el día 18 de julio de 1685. El proceso fue sumamente largo por la imposibilidad de conseguir pruebas en su contra y de la sola lectura de su libro, Defensa de la contemplación, que había entrado en el Índex. El surgimiento del quietismo como contracorriente puede vincularse a ciertas influencias panteístas de la mística flamenco-renana medieval como así también al influjo del misticismo español, del que Miguel de Molinos era heredero. Las doctrinas del quietismo resultan llamativamente similares a aquellas del brahmanismo y del budismo; la perfección, para el primero, consiste en la total absorción del alma y en la desaparición de todo en el nirvana. Entre los budistas, por su parte, esta perfección o absorción en el gran Todo, se consumará a la hora de la muerte puede ser iniciada en vida a través de la meditación extática. Según la Enciclopedia Católica:

«El quietismo (Lat. quies, quietus, inactivo, en reposo) en el sentido más amplio, es la doctrina que afirma que la más alta perfección del hombre consiste en una especie de autoaniquilación psíquica y la consiguiente absorción del alma en la Divina Esencia, aun durante la vida presente. En el estado de "quietud", la mente es completamente inactiva; ya no piensa ni desea por su propia cuenta, sino que permanece pasiva mientras que Dios obra en ella. El quietismo es entonces, en términos generales, una especie de misticismo (q. v.) falso o exagerado que. bajo la apariencia de la más elevada espiritualidad, contiene nociones erróneas que si son seguidas consistentemente resultarían fatales para la moralidad. Esta corriente recibe su apoyo del panteísmo y de teorías similares, y envuelve nociones peculiares en relación con la cooperación divina en los actos humanos. En un sentido más estrecho, el quietismo designa el elemento místico en la enseñanza de varias sectas que han brotado dentro de la Iglesia, sólo para ser expulsadas como heréticas.»

El hombre no llega a la perfección sino aniquilando el principio del mal que hay en él, pero esta meta no se consigue, afirma Miguel de Molinos, a través de una constante lucha ascética, que es imposible dada la corrupción total de la naturaleza, sino mediante una quieta pasividad de todo el individuo.
Bajo tortura, Miguel de Molinos confesó cualquier acto de inmoralidad que le pusieran delante, como aquel de que «para conseguir la libido, se hacía servir en la mesa y desnudarse a más mujeres desnudas, y otras veces estaba presente para ver mujeres y hombres desnudos entrelazarse juntos y relacionarse». Fue condenado por inmoralidad y heterodoxia a estar permanentemente vestido con un hábito penitencial, a recitar diariamente un Credo y un tercio del Rosario, a confesarse cuatro veces al año y a reclusión perpetua; murió en las mazmorras de Roma el 28 de diciembre de 1696.