jueves, 19 de febrero de 2009

VACÍO

(Del lat. vacīvus).

1. adj. Falto de contenido físico o mental.


Cioran decía que algo incierto se transfigura en uno y en sus relaciones con el mundo luego de la experiencia del vacío.
También el vacío entendido como el destino al cual uno se arroja —dado que uno no está en el mundo para no suicidarse—.

Se ve así que la noción de vacío es el uno de los conceptos más polémico y polisémicos de la historia física y metafísica de Occidente. Parménides, infatigable defensor del ente inmutable, único y permanente, nos quisó ahorrar las deflagraciones inherentes a su pensar, sacrificándolo en algún altar de Elea. Efímera plenitud; Leucipo y Demócrito nos regalaron el átomo maldito, devolviendo al agua su tumulto, al devenir su envenenada nobleza. Pasaron los siglos y el vacío no se había aún dejado derrocar.

Occidente nunca hubiera sospechado que los argentinos, su más extraño apéndice, desfigurarían para siempre la metafísica: del vacío hicieron un sándwich.

(Gracias a Nicolas Bohler nuevamente)