martes, 7 de julio de 2009

EVENTO

(Del lat. eventus).

1. m. acaecimiento

2. m. Eventualidad, hecho imprevisto, o que puede acaecer.



En 30 de junio de 1908 a la mañana, lo que aparentemente fue el trazo de un cometa se dispersó por la atmósfera, en la posición 60º55'N 101º57'E / 603917,101.95, en las proximidades del río Podkamennaya, en Tugunska, Siberia. La explosión aérea —equivalente a varias bombas atómicas— arrasó un área de alrededor de 2150 km2., rompiendo ventanas y haciendo caer a la gente al suelo a 500 km de distancia. Durante varios días, cuentan, las fulguraciones fueron tales que, durante la noche, podía uno leer un libro sin necesidad de hacer uso de la luz eléctrica. El suceso fue conocido con el nombre de «Evento de Tugunska».
Habrá pasado antes, sin duda, y volvería a pasar luego: dan registro de esto los así llamados «Evento de Vitim», también llamado «Evento de Bodaybo» y el «Evento del Mediterráneo Oriental» (2002), o el «Evento de Cando» (1994). Así escrita, en este contexto, la palabra «evento» adquiere una connotación críptica, casi secreta, oculta. Algo que se sabe y que se calla. Sin embargo, nada más lejano. El hecho de llamar evento a un suceso programado con anterioridad es un regionalismo de ciertos países de América del Sur. En realidad, un «evento» es un hecho imprevisto, o que puede llegar a suceder; etimológicamente, una «cosa que sucede».
Acaso la primera acepción, «suceso importante y programado» sea, en este caso, más atemorizante.