jueves, 3 de febrero de 2011

POROROCA

1. m. Intumescencia grande y marina que en la desembocadura de ciertos ríos, y rompiendo con estrépito y velocidad extraordinaria cauce arriba, levantan las aguas durante las mareas más vivas.

En avañe'ẽ o tupí-guaraní, pororó-ká designa un fenómeno que se da en los grandes ríos de América del Sur (vgr. el Orinoco y el Amazonas; no el Río de la Plata, que no es un río sino un charco híbrido, una especie de río cuadrado que no se sabe bien dónde empieza ni dónde termina y no serpentea como la gente sino que se va diluyendo poco a poco no en longitud sino en anchura) según el cual, cerca de sus desembocaduras y en determinados momentos del día o del año, en virtud de las mareas, los astros, ángeles y arcángeles, el agua del mar invade las aguas del río y se precipita tierra adentro, a contracorriente, generando poderosos estruendos que dan origen al término, y un oleaje que, si bien puede alcanzar los 4 metros de altura, se distingue del estrictamente marino porque las olas pueden pasar horas enteras sin romper, a medida que se adentran en la selva espesa. Eventualmente, sí, como todo, irán perdiendo sus fuerzas y acabarán por diluírse. Los habitantes ribereños suelen estar preparados para tratar de minimizar los efectos indeseables del fenómeno; bien lo sabían los waraos -aunque de esto poco supieran los españoles- que sabían guiarse por estos ríos aún de noche, haciendo uso de los astros, ángeles y arcángeles. Aguzando el oído, uno, como un warao, puede escuchar que el oleaje marino se acerca, como una avanzada vertiginosa, y salir rajando tierra adentro, recordando que los animalitos hacen lo mismo aún antes de que se alerte de un tsunami. Hay tiempo de buscar refugio, porque el sonido anticipa hasta una media hora el macareo. Chupate esta pororoca.