viernes, 27 de febrero de 2009

DISYUNTIVA

(Del lat. disiunctīvus).

1. f. Alternativa entre dos cosas, por una de las cuales hay que optar.


El camino escogido lleva siempre e inexorablemente a preguntarse por aquel que ha sido dejado de lado. Ante una encrucijada, por cada alternativa que se sigue hay al menos otra que se abandona, y con esta se dejan pendientes infinitas posibilidades de aquello que pudiera haber sido y ya no podrá serlo. Serán en todo caso futuros vivibles para otros, habrá que ver, pero no ya para uno .Es inútil el ejercicio de lamentarse por estas hipótesis dejadas atrás, pero es también cierto que de tales opciones no concretadas se nutre la literatura.


jueves, 19 de febrero de 2009

VACÍO

(Del lat. vacīvus).

1. adj. Falto de contenido físico o mental.


Cioran decía que algo incierto se transfigura en uno y en sus relaciones con el mundo luego de la experiencia del vacío.
También el vacío entendido como el destino al cual uno se arroja —dado que uno no está en el mundo para no suicidarse—.

Se ve así que la noción de vacío es el uno de los conceptos más polémico y polisémicos de la historia física y metafísica de Occidente. Parménides, infatigable defensor del ente inmutable, único y permanente, nos quisó ahorrar las deflagraciones inherentes a su pensar, sacrificándolo en algún altar de Elea. Efímera plenitud; Leucipo y Demócrito nos regalaron el átomo maldito, devolviendo al agua su tumulto, al devenir su envenenada nobleza. Pasaron los siglos y el vacío no se había aún dejado derrocar.

Occidente nunca hubiera sospechado que los argentinos, su más extraño apéndice, desfigurarían para siempre la metafísica: del vacío hicieron un sándwich.

(Gracias a Nicolas Bohler nuevamente)

miércoles, 18 de febrero de 2009

VOLUPTUOSO

(Del lat. voluptuŏsus).

1. adj. Que inclina a la voluptuosidad, la inspira o la hace sentir.

2. adj. Dado a los placeres o deleites sensuales. U. t. c. s.



La idea de un universo «voluptuoso» me viene sugerida por la feliz coincidencia de dos textos; o mejor dicho, un texto que me hizo recordar un alegato escuchado tiempo atrás. Los límites entre erotismo y voluptuosidad son más bien difusos —y en todo caso corresponden a una diferencia de grado o de valor. Werner Herzog se refería de esta manera a la selva amazónica en la cual estaba filmando Fitzcarraldo:

«Kinski siempre dice que [la selva] está llena de elementos eróticos. Yo no la veo tan erótica sino más bien llena de obscenidad. La naturaleza aquí es vil e infame, no podría verle nada erótico, sólo podría ver fornicación y asfixia y lucha por sobrevivir, por crecer y finalmente pudrirse.
Por supuesto hay mucha miseria, pero es la misma miseria que nos rodea. Los árboles son miserables, los pájaros son miserables. Yo no creo que ellos canten sino que se quejan de dolor.»

La selva como un microcosmos incompleto, abandonado a mitad de camino. Se dice que la naturaleza tiene sus leyes, más bien imperturbables. Yo tengo para mí que la naturaleza es un mundo anárquico, silencioso, despiadado y totalmente carente de orden. Aquellas palabras de Werner Herzog —escuchadas hace tiempo—, me vinieron recordadas a raíz de este breve párrafo de una novela de Stanislaw Lem que leía hoy por la mañana:

«—¿Sabe lo que es la selva? —continuó hablando—. Pero, ¿cómo iba a saberlo? Vida, verde y desbordante. Todo vibrando, vigilando, moviéndose. En la maleza, multitud de bocas voraces. Flores dementes como explosiones de color. Insectos escondidos en telas pegajosas. Miles y miles de especies no clasificadas. No como aquí, en Europa. No hay necesidad de ir a buscarlas: por la noche, toda la tienda estaba cubierta de mariposas nocturnas tan grandes como una mano, insistentes, ciegas, caían al fuego a centenares. Sobre la lona pasaban sombras. Los nativos temblaban. El viento traía el ruido de los truenos de diferentes puntos. Leones, chacales. Pero eso no era nada. Luego venía la debilidad y la fiebre.»


sábado, 14 de febrero de 2009

REVENIR

(fr.)
1. (a un lugar, de un lugar) volver, regresar.


¡Qué pena que no exista una palabra tan sugerente en el idioma castellano! Yo, por mi parte y como forma de adhesión a la causa, la uso continuamente. No es volver, tampoco es retornar ni regresar. En «revenir» hay algo del orden del desandar, y quizás, con ventura, del arrepentimiento: quien desanda el camino recorrido vuelve con remordimiento. El francés es un idioma pródigo en este tipo de hallazgos repetitivos —«rentrer» es otro—. En el folklore anglonormando medieval, los «revenants» —literalmente «revinientes»— son fantasmas que regresan de la muerte para acosar a quienes en vida fueron sus allegados. Es también el título de una película en la que una horda de inofensivos revenidos vuelven al pueblo que los cobijó en vida, atribulando a los pobres habitantes, que pasan a encontrarse frente a un superávit poblacional de difícil resolución. La película es bastante mala, pero la idea de otorgarle un giro social a la problemática de los muertos vivos (George Romero ya lo había intuído), es interesante.

viernes, 13 de febrero de 2009

INTERSTICIO


(Del lat. interstitĭum).

1. m. Hendidura o espacio, por lo común pequeño, que media entre dos cuerpos o entre dos partes de un mismo cuerpo.

Parafraseando a Perec, para quien la verdad no estaba en los libros sino entre los libros; allí donde se encuentra aquello que se ha de buscar no es en los objetos, sino entre medio de ellos, en la cimiente de aquellos espacios entre olvidados y sugerentes en los que se esconde la escritura.

Gracias a Nicolas Bohler.

lunes, 9 de febrero de 2009

FELICIDAD

(Del lat. felicĭtas, -ātis).

1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.

Podría haberlo escrito yo, pero no. Es un locazo materialista de la RAE. Kú.

viernes, 6 de febrero de 2009

NEURA


1.
adj. coloq. Dicho de una persona: Muy nerviosa, obsesiva y maniática. U. t. c. s.
2. f. coloq. manía. (extravagancia). Tiene muchas fobias y neuras.
3. f. nerviosismo. Siempre que le da la neura, se marcha.

- A mí me hartó la vida social que vengo llevando. Creo que me relaciono con demasiada gente. tengo ganas de reducir todo a poca gente y bajar mi ansiedad.
- El año pasado yo estaba igual que vos, relacionándome con demasiada gente. Ahora bajé un cambio.
- Eso de estar atento es horrible. A mí me da la paranoia de que si bajo la guardia quizás me estoy perdiendo de algo.
- Un par de cambios.
- Uf, qué agobiante. Yo no tengo expectativas; pero mi affaire efímero con S.... me hizo soñar con algo así.
- Es verdad. Es mejor así. No expectations.
- Quizás a la larga me canse, pero quiero alguien que yo idealice. Que tenga su vida resuelta, posesiones materiales, y sobre todo que tenga algo que me tranquilice. No sé qué necesito para tranquilizarme, nunca me sentí tranquilo en la vida; y como lo único que nunca tuve fue novio, confío en que es eso. Si el día que tenga novio no me tranquilizo, puedo pegarme un tiro.
- No, no es eso. Yo te puedo asegurar que un novio no te apacigua; te exacerba la neura.


miércoles, 4 de febrero de 2009

JÚBILO

(Del lat. iubĭlum).

1. m. Viva alegría, y especialmente la que se manifiesta con signos exteriores.


Tamaña demostración de alegría es imposible de esconder. Quién siente júbilo está exultante no sólo por un buen pasar presente sino, y sobre todo, por un futuro promisorio. Como los jubilados, que de ahí viene la palabra: quien tras una vida de trabajo duro cuelga el uniforme, se despide por última vez del capataz y se aleja de la fábrica para no volver, es recompensado desde ese momento con una suma de mensual en concepto de gratificación por los servicios prestados, de manera tal que no tiene que preocuparse ya de nada, y puede alejarse del tedioso mundo de la producción mecanizada para tenderse al sol y disfrutar de los momentos postreros rodeado de belleza y felicidad. De allí viene el término «jubilar», propiamente «regocijarse», tomado del latín jubilare, «lanzar gritos de júbilo». Qué otra cosa, sino eso, hacen nuestros queridos pensionados, exultantes de dicha ante la perspectiva de aquello que Maiakosky llamaba la «perspectiva jubilosa».

INCORDIO

1. m. coloq. Cosa incómoda, agobiante o muy molesta.

Estaba leyendo en internet sobre las «fainting goats», algo así como «cabras desvanecentes». Bellos neologismos estos que acabo de inventar, desvanecente; desfallecente. Las «fainting goats» son una raza particular de cabras domésticas que, debido a una malformación genética (myotonia congenita), suelen sufrir la parálisis temporal de sus músculos y caen a un lado como troncos, desvaneciéndose y perdiendo todo aliento vital. Tal súbito fenecimiento sin embargo es breve, no suele durar más de 10 segundos, al cabo de los cuales la cabra desvanecente se pone de pie y continúa como si nada hubiera sucedido. Una suerte de muerte breve y no mortal si por mortal entendemos definitiva, que al parecer no le ocasiona ningúna molestia física y no sé yo tampoco si la cabra será conciente o no de lo que le acaba de suceder. Ninguna molestia física, en efecto, pero qué fastidio.