lunes, 16 de marzo de 2009

TERCERIDAD

1. f. Cualidad de tercero. En Peirce, término a partir del cual puede considerarse que se engendra el mecanismo del sentido.

Tenemos primero la presencia del Uno, un elemento «a». Es comparándolo con «b» que se produce un efecto de sentido para saber lo que es «a», de lo contrario éste aparecerá en su «primariedad». La introducción del nuevo término llama a la dimensión de secundariedad. Por el hecho de ponerlos en relación, surge un término medio, que en tanto tercero permite asegurar la comparación, la constitución de una cadena y por tanto, la construcción de sentido.

Es el tercero el que define, y el que permite al uno ser visible. Está el uno, lo visible, el dos —todo aquello que no es uno—, y el tres, la relación, el corte; la separación. La primeridad es la cualidad pura. La terceridad es la relación entre una segunda y tercer cosa. La peculiaridad de esta terceridad, llamada por Peirce «interpretante», es que tiene que ser definido como una conexión mental. Cada interpretante tiene una relación de tres, y se define a su vez en tanto conexión mental con otro signo, que implica también otro interpretante definido en función de la relación que ese interpretante define. Esto es lo que se ha denominado «semiosis infinita».

La idea de un elemento tercero significa que hay un modo de establecer una relación, y a su vez esta puede unirse con otra hasta el infinito. Es decir, implica un mundo abierto en cuanto a sus posibilidades de significación. Siempre hay una posibilidad de pensar algo que no había sido pensado, decir algo que no había sido dicho. La idea extraordinaria de la terceridad es que se establece una dinámica abierta de la significación, y sobre todo una dinámica de intercambio posible y de relación. Si se viviera en un mundo con una lógica diádica, no habría proceso posible de designación ni de intercambio. El punto es que en la obra de arte se construye a partir de estos sistemas de relaciones. Lao-Tsé dice que lo importante de una casa es justamente lo que la casa no es, es decir, las puertas y las ventanas. Si no fuera por las puertas y ventanas, la casa en tanto tal no tendría sentido, pues estaría cerrada sobre sí misma. Es por aquello que no es casa que la casa cobra sentido. Asímismo, es por el hecho de que un vaso tiene un vacío o un hueco que el vaso cobra sentido. Esta oquedad, este vacío hueco del no-vaso, es lo que queda de la relación de los bordes, que construyen una relación; lo esencial del vaso es que se construye por ausencia, vale decir: es vaso aquello que vaso no es. Este vacío significante (la terceridad) no tiene nada que ver por aquello que rodea al vaso, la nada circundante, que es sencillamente nada exterior (la segundidad). La terceridad, este vacío significante, es una relación; y es una relación de ausencia que da sentido a lo presente.

ODA

1. (F) Composición poética perteneciente al género lírico. Dividida comunmente en estrofas de tono elevado.

¡Oh! da:

Oda al coraje*

La próxima vez que despiertes
con la patria en la cabeza,
no dudes en morir por ella.
Recuerda al gran Belgrano
su desmedida entrega
y ten por seguro
que morirás empiojado,
entonces harán la vaca
para ponerte un mármol
y te desenterrarán, con suerte,
ochenta años después
y te robarán hasta los dientes.

*En Septiembre de 1902, en el acto de reubicación de los restos de Belgrano, los ministros Joaquín V. Gonzales y Pablo Ricchieri le afanaron los dientes al prócer. En una crónica de La Prensa quedó una frase que es, casi, conmovedora: "Que devuelvan esos dientes al patriota que menos comió en su gloriosa vida con los dineros de la Nación".

(Lucas Brito Sanchez, Ida y Vuelta, Antología de la poesía actual de Chaco y Corrientes (2007), pág. 43.)